Saturday, April 29, 2006

LA REUNION DEL SANEDRIN

Estas reuniones se realizaban pocas veces en aquellos aposentos. Solo cosas de tal magnitud podían atraer la atención de Anas y solo por casos especiales podía demostrar su investidura. Los romanos quitaban y ponían a los sumos sacerdotes pero en realidad los sacerdotes reconocían a su verdadero dirigente.
-El mundo no es nuevo y siempre ha funcionado de acuerdo a principios eternos. Espiritualmente el hombre como hijo de Dios tiene todos los derechos, y como hijo de Dios siente la necesidad de acercarse al padre. Nos hemos encargado de mantener a los hombres en el redil que nos encargo Moisés. Hoy frente a nosotros se a presentado un hombre que desea cambiar esto rompiendo con todo el poder que hemos acumulado para nuestro beneficio y el de los hombres que obedecen la ley. Hoy esta en nosotros declarar abiertas las puertas del templo a todos o mandar a la muerte a este hombre que hará una renovación milagrosa. Sus milagros se han sucedido uno tras otro y hay mucha gente que lo sigue. Esto pone en peligro a nuestra nación y nuestro poder. Si es el Mesías debió manifestar su poder como lo indicaban las escrituras y no dejarnos esclavos de una poderosa fuerza militar como es la romana cuya barbarie escandaliza y asusta a la mitad del mundo.-Así hablaba Caifas a los sumos sacerdotes que componían el Sanedrín. Su palacio había abierto sus puertas para dar lugar a aquella reunión.
Uno de los ancianos tomo la palabra, tímidamente como era su costumbre, pues su falta de escrúpulos los hacia esconder siempre sus verdaderas intenciones. Esperando en sus primeras palabras encontrar la aceptación del sumo sacerdote o callar pidiendo disculpas. –Quien es ese hombre que hace milagros y considera que tales actos están al alcance de todos. Hemos refugiado a Dios en nuestro gran Templo y lo hemos llenado de ofrendas y este hombre hace templo de Dios a cada cuerpo de sus llamados hermanos. Como es posible llenar de oro el cuerpo de los mendigos. Si acaso nosotros lo hacemos es porque nos hemos purificado y damos a nuestro pueblo la oportunidad de acercarse a Dios a traves de nosotros en estas fechas como recuerdo de la liberación de su esclavitud en Egipto. Hoy este pueblo debe agradecer vivir con la libertad de adorar a su Dios a pesar de la sujeción política que padecemos a manos de los romanos. Ciertamente llegara el dia en que seremos liberados, pero este no es el momento.- Término diciendo aquel sacerdote, Caifas lo miro con displicencia. Y espero a que otro de sus allegados hablara, indicándole con la mirada a un fariseo que había sido infiltrado como espía entre los discípulos de Jesús.
Ciertamente este hombre ha hecho milagros en lugares públicos y resucitado muertos en diferentes lugares, su fama se a extendido entre muchos pueblos. Cada vez se acercan más almas a pedir sanacion y consuelo en su pobreza. ¡Esto es inconcebible! -La indignación brotaba por sus poros, pero mejor callo cualquier comentario, había sido testigo de grandes milagros y no quiso hablar mas.
Anas vio la duda surgir en el rostro de aquel hombre y tomo inmediatamente la palabra. Sus años manifestaban un gran conocimiento en muchos aspectos. Leía los rostros de los hombres con gran facilidad y sabia que todo cuanto escuchaban era sorprendente pero cierto, el había comprendido hace años que el hombre ya había alcanzado cierta madurez para dar lugar a un crecimiento individual que lo acercara a Dios independientemente de las autoridades que buscaban mantener sujetas sus mentes bajo el yugo de la ley mosaica cuyos principios tenían como propósito dar a unos cuantos autoridad religiosa sobre muchos, sabiendo que todas sus riquezas venían de esta diferenciación, los que podían estar en contacto directamente con Dios y los que no porque eran impuros a la vista de Dios por los pecados de sus padres, es decir su ascendencia. El se había preguntado ya porque tenían que pagar los hijos por los padres, y sabía que era insostenible aquella base fundamental del poder religioso sobre los hombres. Sabía que Jesús hablaba del arrepentimiento individual como principio fundamental de sus enseñanzas contraviniendo con el arrepentimiento colectivo que mantenía en el oscurantismo a aquella gente. Ya el profeta Moisés había logrado aplacar a las multitudes ignorantes en su peregrinar por el desierto. Considerando en su deseo poder darles el conocimiento. Sin embargo aquellos tiempos eran diferentes a los actuales la gente no estaba preparada de acuerdo a las instrucciones divinas que había recibido Moisés. El sumo sacerdote Anas ya era viejo y tenía gran recelo hacia la juventud que reclamaba dentro de su alma una libertad política y religiosa después de cien años de yugo romano. El mismo lo había padecido toda su vida, y en sus años mozos había soñado con la libertad judía, hoy en su vejez se había vuelto sumiso a la autoridad, y quizás no tanto por él, sino por sus familiares que estaban hoy gozando de cierta riqueza material. El había sido un fiel seguidor de la Ley mosaica y agradecía a Jehová todo cuanto tenia. En el fondo era un buen hombre como todos los ahí presentes.
-Se que Jesús de Nazareth no solo ha hecho milagros en las plazas publicas de los pueblos y hace unos días en la ciudad de Jerusalén, sino que con autoridad a despedido a los comerciantes del templo, dado enseñanzas en sus santos recintos, y efectuado milagros en la plaza mas importante del interior. Además dice ser descendiente de la casa de David y se autoproclama el rey de los Judíos.- Anas realmente hablaba con rencor hacia Jesús. Seguía viendo en el un usurpador, una amenaza seria para el y su familia. Sabía que Jesús tenía gran cantidad de seguidores. Y deseaba enconar la persecución por parte de los sumos sacerdotes que al parecer se empezaban a dividir. Después de todo la concentración de poder en el y su familia tenia varios inconformes velados dentro del sumo consejo. Esto lo sabía por medio de su yerno Caifas que tenia injerencia en cada paso que daban sus consejeros. Sin embargo nada podían hacer por poner o deponer consejeros que no estuvieran de acuerdo pues estarían divididos en tiempos de dominio extranjero.
Otro espía hablo envalentonado por el momento.-Además dice que puede derribar el templo y reconstruirlo en tres días.- Nadie pudo acallar aquel comentario aunque había interrumpido al sumo sacerdote. Su nombre era Flavio y se había distinguido a pesar de su juventud por ser astuto y sagaz. Ya todos lo veían como alguien distinguido por sus avezados comentarios y estar tan cercano a Caifaz. Este lo vio con estupor y sorpresa. Flavio ni se inmuto, esperaba el momento oportuno para dar pie a tan avezadas palabras. Aunque el sabia muy bien que Jesús se había referido a su cuerpo, pero dentro de los sumos sacerdotes había distinguidos saduceos que no creían en la resurrección, y aprovecharían cualquier oportunidad para contradecir a Jesús.
Después de ese comentario simplemente todos se quedaron callados, parecía que no había mas que decir. Caifaz vio al guardia de la puerta haciéndole una señal. El guardia salio y los minutos que pasaron parecieron eternos por el silencio en que se envolvía el ambiente, las sombras que proyectaban las teas se movían siniestramente pareciendo ser las únicas que tenían vida.
El guardia regreso acompañado de un discípulo de Jesús. Nicodemo, uno de los principales sacerdotes lo miro con sorpresa. El sabía que se trataba de Judas, hermano y discípulo de Jesús. También sabia que Judas era el apóstol de mayor confianza del Maestro o rabí, como el le llamaba. Era el encargado de administrar los recursos económicos del grupo de discípulos, a pesar de que Mateo tenia mayor conocimiento del uso del dinero en gasto e inversión. Nicodemo estaba muy bien informado de todos los asuntos del grupo y estaba próximo a convertirse en discípulo del Señor. Cuando interiormente ya practicaba algunas enseñanzas del maestro, por lo cual pudo percibir algo que le impidió manifestar cualquier contrariedad.
Judas iba vestido de la manera mas sencilla, para aquellos hombres era hasta cierto punto repugnante. Pues distinguían perfectamente que aquel hombre era uno de los discípulos de Jesús y deseaban aprovechar la ocasión para manifestar su aversión a aquel que se atrevía a desafiar su autoridad con lo mas simple de la Tierra.
-Así, que dices que has venido por mandato de tu maestro.- Pregunto Caifaz en tono elocuente y burlón.
Judas manifestaba una personalidad tímida, sabia que aquello era cierto. Su Maestro le había pedido hacer aquello y el siempre había confiado en el. De todos los discípulos era precisamente el mas simple y sencillo. Jamás había preguntado algo al maestro, a diferencia de Pedro y Jaime que siempre tenían que escuchar dos o tres veces al maestro para realizar algo. Sin embargo no sabía los alcances de sus actos. Aquel era uno más. Por sus manos corría el dinero sin parar pudiendo realizar gastos en gran medida y no hacerle falta nunca algo aun para sostener a las multitudes que seguían al maestro. Simplemente sabía que Jesús era el Mesías. Tenia un gran orgullo por su hermano y deseaba ser como el. Jesús le había encargado todos los gastos e itinerario durante su estancia en Jerusalén. Sabía cada punto donde estaría el Maestro. Y cada acto lo había hecho de la mejor manera posible. La mayor recompensa que tenia era la mirada de satisfacción de su Maestro. Por eso a la entrada triunfal de su maestro en Jerusalén gritaba con todas sus fuerzas. -¡Bienvenido el hijo de David!-
Judas no alcanzaba a comprender la petición de su maestro. Sabia que los sumos sacerdotes esperaban la oportunidad para prender a Jesús pero no comprendía porque su hermano se entregaba voluntariamente, prácticamente sabía que era imposible su aprensión y veía el ascenso de Jesús por voluntad popular imposible de detener. Todos los seguidores de Jesús estaban al pendiente del Maestro y nadie sino por petición de Jesús lo abandonaba para orar. Su Maestro había dispuesto aquello y el cumplía cabalmente sus ordenes. Jesús le había dicho. –Ve, hermano y has que se cumplan las escrituras.- Judas conocía a partir de las enseñanzas de su hermano la profundidad de estas simples palabras. Ninguno de los apóstoles sabia todo lo que desde pequeño había aprendido de su hermano, quizás por el parentesco había desarrollado un especial amor por el, siendo un poco mayor Jesús lo había admirado desde siempre. Y desde siempre, en las breves estancias de su hermano en Galilea había visto proezas. Se había sumado a los doce discípulos de Jesús por voluntad propia y aun en contra de la voluntad de su hermano. Para aceptarlo Jesús se había entregado a profundas meditaciones. Quizás aceptarlo para Jesús resulto ser una prueba muy grande. Simplemente la función de Judas en el plan era inaceptable para las mentes carnales y el juicio de las generaciones seria muy cruenta. Sin embargo Jesús sabía que su hermano ocuparía un lugar fundamental en la aceptación de su misión, tan importante como su muerte. Sabía que en todos los hechos de su vida la liberación de la inteligencia humana era la búsqueda fundamental del Padre.
Judas contesto solo con un movimiento de su cabeza.
-¡Vaya, estos son los discípulos del hijo de Dios! Lo traicionan y dicen que es por orden de el. Es inconcebible, esta gente ignorante nunca dejara de ser una traicionera. Por eso Moisés nos dio la Ley, para aplicarla, para que aprenda esta gente a obedecer con el yugo.- Grito indignado Ismael, uno de los sumos sacerdotes que tenia ciertos intereses entre los mercaderes del templo, y contaba sus perdidas por varias libras de plata el día que Jesús arrojo a los comerciantes del templo. -¡Te daremos treinta monedas de plata si nos llevas ahora mismo con tu maestro!- Continuo con el mismo tono, pues su coraje no había disminuido desde entonces.
Judas no necesitaba el dinero pero su maestro le había dicho que cumpliera cabalmente con su misión, aceptando todo cuanto le dijeran los sumos sacerdotes a fin que no desconfiaran de el. Pero su silencio se malinterpreto, creando fuertes carcajadas prorrumpidas inicialmente por Josefo. Las sombras, los hombres, las teas y los ecos envolvieron la triste alma de Judas. Su pose en medio de la sala adquirió la sombra de un alma vagabunda, la sombra de Caín. Sentiase así, pero el valor y la duda no lo hicieron vacilar. El deseaba cumplir con la orden como siempre lo había hecho. Aquellos hombres consideraban conocer el alma de los pobres, los que llenaban sus arcas en el templo. Y para ellos todo tenía su precio y el de Jesús era el de un esclavo.
-Si tu Maestro quiere ser el Cristo, así será hecho. Es Mejor perder la vida de un hombre que perder nuestra nación. LLevanos con el en este momento.-

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